Alexandre Di Miceli
7 min readMar 16, 2020

¿Qué es la ética del comportamiento? ¿Por qué este tema es importante para todas las empresas?

Serie de artículos de ética del comportamiento # 1: como crear empresas exitosas sintonizadas con los valores y los desafíos del siglo XXI

El aclamado escritor Oscar Wilde capturó muy bien el espíritu del campo emergente de la “ética del comportamiento” al decir que “la única diferencia entre santos y pecadores es que cada santo tiene un pasado, mientras que cada pecador tiene un futuro.”

Este tema reciente y multidisciplinario — basado en ciencias como la psicología social, la psicología evolutiva, la sociología, la economía del comportamiento y la neurociencia — tiene como objetivo abordar dos preguntas principales:

1. ¿Cómo de hecho se comportan las personas cuando son expuestas a dilemas éticos? y,

2. ¿Por qué la gente común (o simplemente “la gente buena”) hace cosas malas, a menudo sin darse cuenta de que lo están haciendo contra sus propios valores?

Estas preguntas representan una nueva perspectiva para el campo de la ética.

El enfoque tradicional, prescriptivo, y basado en la filosofía tiene como objetivo discutir y decir a las personas cómo deberían comportarse.

En contraste, la ética del comportamiento intenta comprender los factores que pueden llevar a las personas bienintencionadas a actuar de manera no ética o incluso de manera ilícita. Este tema, por lo tanto, busca comprender cómo de hecho se comportan las personas.

El enfoque tradicional de la ética se basa en teorías que asumen que las personas son absolutamente racionales y reflexionan plenamente sobre sus acciones. Las dos tesis principales, extensamente debatidas en los cursos de ética, son la deontología de Immanuel Kant y el utilitarismo de Jeremy Bentham y John Stuart Mill.

La discusión normativa sobre la ética es ciertamente muy importante. Después de todo, ¿cómo podemos juzgar la conducta de las personas sin una guía que establezca ex ante lo que es ético o no ético?

Por otro lado, si saber lo que es el correcto a hacer sería suficiente para mejorar efectivamente el comportamiento humano, entonces los individuos con alto conocimiento en sus conceptos, como los profesores de ética, se comportarían de manera más ética que el resto de la población.

Curiosamente, sin embargo, la evidencia científica muestra que ni siquiera los expertos en ética tienden a comportarse sistemáticamente mejor en comparación con los demás.

Esto fue demostrado por una serie de investigaciones del profesor de filosofía Eric Schwitzgebel. En uno de sus trabajos, él visitó decenas de bibliotecas de universidades del Estados Unidos y descubrió que los libros de ética tenían hasta el doble de posibilidades de ser robados que los libros de otras áreas de la filosofía comparables en términos de edad y popularidad.

En otra investigación, él concluyó que los profesores de ética no se comportaban mejor que los profesores de otros campos en ninguna de ocho actividades que tenían una dimensión moral, por ejemplo, la donación de órganos y sangre, el vegetarianismo, el pago de cuotas de membresía de sociedades académicas, las respuestas a correos electrónicos de los estudiantes, e incluso la frecuencia de contacto con sus madres.

El mensaje central de estos trabajos es claro: estudiar la ética desde un punto de vista estrictamente intelectual no necesariamente hará que las personas se comporten de manera más ética.

De hecho, puede suceder lo contrario. Es decir, estudiar la ética desde una perspectiva racional y normativa puede hacer que los individuos sean más propensos a utilizar la retórica para justificar sus opciones preferidas, pudiendo aumentar así las conductas no éticas.

Esta opinión es respaldada por Mary Gentile, profesora de ética en la Universidad de Virginia. En su libro “Giving Voice to Values”, ella sostiene que la formación tradicional sobre ética, centrada en la discusión de dilemas complejos que utilizan modelos de razonamiento ético, ha llevado a una especie de “fatiga ética” entre los ejecutivos, que tienden a ver estos debates intelectuales como ejercicios tediosos.

El psicólogo Jonathan Haidt, profesor de ética en la Universidad de Nueva York y fundador de Ethical Systems, una iniciativa multidisciplinaria que reúne a investigadores líderes en ética del comportamiento, hizo una crítica similar. Para él, los entrenamientos de ética tradicionales no logran cambiar efectivamente la conducta de las personas porque se basan en teorías de mediados del siglo XX que asumen que las personas son completamente racionales, cuando en realidad no lo son. En oposición, él argumenta que nuestro juicio moral se debe a un proceso intuitivo y automático muchas veces (pero no siempre) seguido por el razonamiento.

La visión moderna sobre la ética, por lo tanto, es que las personas se comportan virtuosamente cuando se mueven no solo por la razón, sino esencialmente por la intuición, la emoción, y la empatía. Innumerables investigaciones en los campos de la neurociencia y la psicología social han corroborado esta afirmación.

Para el mundo de los negocios, la ética del comportamiento tiene un papel clave al proporcionar una nueva manera de comprender la conducta de las personas en las organizaciones.

En lugar de clasificar a las personas como “buenas” o “malas” y esperar que las personas con “buen carácter” siempre actúen de manera ética, la ética del comportamiento parte de la premisa que la mayoría de las transgresiones derivan de las complejidades psicológicas de los seres humanos y de las poderosas fuerzas del contexto donde están insertados.

Como lo señaló Eugene Soltes, profesor de Harvard Business School y autor de un libro titulado “Why They Do It” basado en entrevistas con docenas de ejecutivos arrestados por escándalos corporativos, “[para juzgar las acciones no éticas de los ejecutivos], debemos imaginarnos rodeados de sus normas e inmersos en su cultura, no solo en el presente sino también en el pasado… tenemos que vernos moldeados por las experiencias que enfrentaron a lo largo de sus carreras, no por aquellos a los que nos enfrentamos en las nuestras.”

Para mejorar la conducta ética, por lo tanto, debemos ir más allá de la visión de que los seres humanos siempre actúan de manera racional y calculada. Es necesario analizar el impacto de sus procesos psicológicos, presiones contextuales y dinámicas temporales.

Esto es lo que nos ayudará, a su vez, a crear entornos en los que la conducta ética sea fácil, automática, y habitual.

Hasta el momento, las investigaciones sobre ética del comportamiento han llegado a dos conclusiones principales basadas en numerosos experimentos con miles de personas:

La primera es que tenemos una fuerte tendencia a sobrestimar nuestra conducta ética. Es decir que, a menudo, desconocemos la brecha que existe entre cuán éticos creemos que somos y cuán éticos de hecho somos.

La segunda conclusión es que la mayoría de las cosas malas son cometidas por personas comunes: es decir, por personas sin intención maliciosa ni cualquier trastorno de personalidad relevante. Esto sugiere que la mayoría de nosotros puede terminar cometiendo conductas no éticas dependiendo del contexto, las presiones y las dinámicas temporales a las que estamos sujetos.

Ambos hallazgos son difíciles de aceptar. Después de todo, la mayoría de las personas han sido educadas para pensar que la “gente mala” hace las cosas malas, mientras que la “gente buena” hace las cosas virtuosas. Sin embargo, la mayoría de nosotros no hemos sido educados para creer que las personas de “buen carácter” pueden hacer cosas malas.

Para el mundo de los negocios, estos hallazgos significan que la mayoría de los escándalos corporativos son consecuencia de un proceso colectivo de “desvanecimiento ético” en el lugar de trabajo en el que las personas se vuelven cada vez menos sensibles a las implicaciones de sus decisiones, hasta un punto donde se vuelven éticamente ciegas.

Para resumir:

La intuición y las emociones desempeñan un papel clave para restringir nuestro comportamiento no ético, y simplemente no es posible hablar de ética desde una perspectiva estrictamente racional.

La ética del comportamiento asume que la situación y el sistema de creencias al que están sometidas las personas son los principales determinantes de su comportamiento, en lugar de su carácter o disposición.

El mayor riesgo para los buenos estándares de gestión y de gobierno corporativo no proviene de unas pocas manzanas podridas, sino de personas con buenos valores que comienzan a racionalizar sus comportamientos (o a omitirse) como resultado de los sesgos cognitivos, las presiones cotidianas, y de una dinámica temporal perversa.

En los próximos artículos, voy a profundizar en estas conclusiones fundamentales, así como voy a ofrecer un conjunto de soluciones prácticas para ayudar a las empresas a desarrollar una cultura ética fuerte promovida por líderes virtuosos en la búsqueda de un propósito auténtico más allá de las ganancias.

Prof. Dr. Alexandre Di Miceli es un conferencista internacional, pensador de negocios, y socio fundador de Direzione, una consultoría de alta gestión que proporciona conocimientos de vanguardia sobre gobierno corporativo, cultura ética, liderazgo, diversidad y propósito para las empresas.

Él es el autor deEl Barril Virtuoso: Cómo Aprender de los Escándalos Corporativos y Crear Empresas Exitosas a través de la Ética del Comportamiento” así como de los libros más vendidos en gobierno corporativo y ética empresarial en Brasil “Gobierno Corporativo en Brasil y en el Mundo”, “Gobierno Corporativo: el Esencial para los líderes”, y “Ética Empresarial en la práctica: Soluciones para la Gestión y el Gobierno Corporativo en el siglo XXI”.

Yo agradezco a la Prof. Dra. Angela Donaggio por sus valiosos comentarios y aportes.

Alexandre Di Miceli
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Written by Alexandre Di Miceli

Professional speaker, business thinker and founder of Virtuous Company, a top management consultancy on corporate governance, culture, leadership, and purpose.

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